Por Florencia Ferreyra
Area de Investigación Museo Caraffa . Córdoba . Argentina
para Kusanagi no Tsurugi . 2016
La muestra de Guillermo Mena (1986), surgida en Proyecto Vórtice*, con curaduría de Daniel Fischer, es una pieza de sitio específico, con el dibujo como principal lenguaje plástico. El trabajo de este joven artista, que tiene como soporte unas grandes estructuras zigzagueantes emplazadas en la sala, es acompañado con imágenes sonoras que la cellista Renata Bonamici, ha compuesto especialmente a instancias de este proyecto, y que interpreta en ocasión de la inauguración. Esta propuesta de Mena, es una suerte de dibujo performático, donde la acción de dibujar es en sí misma una parte importante de la obra, y el tiempo real es entendido como un espacio finito y posibilitador de alguna transformación, tanto en el interior de la sala, como en la subjetividad del artista.
Su obra invade e irrumpe el espacio en blanco como un discurso del que sólo captamos su prosodia, que ha esperado largamente para ser enunciado y que no consigue ordenarse sino más bien yuxtaponer sentidos (pasados y presentes) en una verborragia. Rizomas, cúmulos de garabatos que pivotean entre el dibujo y la escritura, se contraen y expanden evocando también una suerte de tormenta marina. La forma aparece a medio camino entre lo proyectado y lo azaroso, pues el plan mental que antecede a la obra reconoce ser una invitación para que la emoción creadora -la experiencia de cierto estado sensible del self- quede plasmada en el blanco, como metáfora de una catástrofe que transfigura el espacio por el que transcurre.
“….” Es una obra que reclama ser interpretada en clave taoísta. Tanto el procedimiento como la materialidad plasmada, sugieren fluctuaciones energéticas, pulsiones de expansión y contracción del trazo, de presión y distención que, como un organismo vivo, toma del entorno la energía para transformar su substancia, para materializarse. Para el artista, la creación implica cierto grado de destrucción o degradación de lo preexistente, y es allí donde hace pié, donde inicia su labor de transmutación. A veces hay viejas fotografías de base, a veces sólo imágenes mentales o recuerdos. La creación se le da como un cimbronazo, un estallido, un ruido visual que superpone sentidos y que a medida que se desarrolla, modifica algo inmaterial en sí mismo. Hay obras, como esta, que pueden intelectualizarse, pero que mejor aprehendidas serán, si uno se adentra en su arquitectura emocional.
* Vórtice es un Programa de Promoción de artistas cordobeses que fueron seleccionados por el Programa Federal para las Artes, Art Boomerang en la provincia de Córdoba, entre los años 2012 y 2014, comisionado por Daniel Fisher, profesor y curador independiente de arte contemporáneo.
Florencia Ferreyra
Área de Investigación
Museo Caraffa